La noticia fue dada por una fuente pesquera a la agencia de noticias Kyodo y aunque la caza comercial estaba prohibida desde 1986 por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), hace cinco meses atrás el país asiático había anunciado su salida de la comisión, lo cual se hará oficial el 30 de junio.
Su retiro no le permitirá seguir cazando ballenas en la Antártida –pues desde 1987 la cacería de esta especie estaba permitida solo para fines científicos–. Por lo que estas prácticas, tanto comerciales como científicas, solo podrá realizarlas en las aguas que comprenden su territorio.
Asociaciones animalistas afirman que la caza científica que realizaba este país solo era una “fachada”, pues la carne de ballena se sigue vendiendo en el mercado japonés. Esta tradición se remonta al siglo XII y se calcula que anualmente se asesinaban a más de 200 ballenas.
Japón no es el único
Países como Islandia y Noruega también cazan ballenas “por tradición”, asimismo, en la Islas Feroe –archipiélago de Dinamarca con legislación autónoma– matan a más de 100 cetáceos al año, pues afirman que esta práctica forma parte de su sustento, ya que la carne de este animal es una parte valiosa de su dieta nacional.
Por su parte Islandia se retiró del CBI en el año 1992, desde entonces se calcula que cazan 200 ballenas cada año, luego Noruega siguió sus pasos y en 1993 salió alegando la existencia de un vacío legal en la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas.
Las ballenas son esenciales para el ecosistema marino, por lo que su desaparición traería consecuencias para este hábitat. Estos ejemplares actualmente no se encuentran en peligro de extinción gracias a las medidas tomadas por el CBI, sin embargo su lenta reproducción hace necesaria la existencia de normas que eviten su desaparición a manos del hombre.
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