Desde hace
muchos años se pensaba que el sexo de
las tortugas era determinado según la temperatura del nido, es decir, dependía
de que la hembra reproductora escogiera las condiciones adecuadas.
Ahora, un
nuevo estudio científico realizado por el Instituto de Zoología de Pekín, demuestra
que también puede influir la capacidad
de los embriones para moverse dentro de los huevos y así seleccionar regímenes térmicos
óptimos, que combaten las durezas ambientales.
Para realizar
esta investigación, los científicos utilizaron los huevos de tortuga china crestada
–Mauremys reevesii– y los resultados
fueron publicados en la revista Current Biology.
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Esta característica
podría resolver 2 problemas al mismo tiempo: calentarse o enfriarse demasiado y evitar que todos los recién nacidos
sean del mismo sexo.
Los investigadores
afirman que de este modo, las tortugas podrían
enfrentarse al cambio climático, al igual de cómo se han enfrentado desde hace
millones de años a las distintas alteraciones de la Tierra.
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